16 enero 2018

¡NO con mis compras! La revolución de cada día

Es impresionante. ¿Imaginas 100.000 buques como éste recorriendo los mares del mundo? Van cargados con miles de contenedores. Transportan alimentos, ropa, electrónica, juguetes, materias primas... cualquier artículo que puedas imaginar.



El 90% de lo que compramos 
ha recorrido miles de kilómetros en uno de estos contenedores. 
El transporte marítimo es la base de la economía globalizada, esa que mira al mundo y solo ve materias primas, mano de obra fácil de explotar, personas dispuestas a comprar la última novedad… ¿El resultado? Un trasiego incesante de materias primas y de productos de aquí para allá.

Cada uno de esos buques de carga representa en sí mismo la esencia de un sistema hecho por y para las grandes empresas multinacionales: lejos de nuestra vista y ajenos a cualquier control, los derechos laborales brillan por su ausencia, y se ignora el impacto ambiental en mares y océanos. El uso de combustible para este transporte incesante aumenta las emisiones de CO2… y con ello el Cambio Climático.

Una sola empresa, la danesa Maersk, lidera el sector. Una concentración de poder –y de negocio– que es seña de identidad de la economía globalizada y que también se da en la distribución y venta de cualquier artículo que puedas comprar. 

Las grandes superficies se han hecho con el grueso de las ventas, da igual que hablemos
de alimentación, 
electrónica, artículos para el hogar o juguetes. Dominan el mercado, 
marcan las reglas. 



Te recomiendo el libro, al igual que el proyecto 
Carro de Combate que lo ha hecho realidad.

El capítulo que el libro Carro de Combate. Consumir es un acto político dedica a la fase de distribución –de donde proceden estos datos– es uno de los que más me ha llamado la atención.

A través de una veintena de productos de consumo habitual vemos la relación de nuestro día a día con un sistema de producción, distribución y venta globalizado que nos quiere como simples consumidoras y consumidores, ajenos a los impactos laborales, sociales y ambientales de un modelo insostenible.

Consumo responsable o cómo plantar cara al sistema
La información nos hace fuertes. Ver el mundo a través del café del desayuno, de la ropa que nos ponemos cada mañana o de lo que llena nuestro carro de la compra nos otorga la capacidad de decir NO a la explotación laboral y a la devastación del medio ambiente, pero sobre todo nos impulsa a buscar alternativas para decir SI a un consumo responsable que convierte cada una de nuestras compras en un acto político.
La dificultad de encontrar tiendas en las que ejercer un consumo responsable (no siempre las tenemos a mano), se ve compensada por el mundo online que pone a nuestro alcance una gran variedad de productos ecológicos, nos permite entrar en contacto con pequeños productores, formar parte de grupos de consumo, comprar Comercio Justo… 

Las posibilidades de evolucionar hacia un consumo responsable son muchas. Unas nos resultarán más sencillas que otras, pero lo importante es avanzar.

¡Y no te olvides de leer el libro! Es muy interesante!